viernes, 1 de abril de 2011

Juegos de Motos 5: Riding Spirits II, el espíritu del motociclismo

He aquí el videojuego de motos definitivo, pero no del todo recomendable porque adolece de algunas carencias bastante serias.
Tales carencias son de tipo técnico principalmente, y son achacables en parte a que se trata de un título algo vetusto y en parte a que, aún asumiendo que se publicó en 2004, se podría haber conseguido un mejor resultado. En concreto nos referimos a que las animaciones son poco fluidas, el apartado de sonido es sencillamente lamentable, los menús son arcaicos, la física de los vehículos es muy mala, y a que en determinados escenarios las motos son casi inconducibles, precisamente a causa de esas malas físicas.
Y a pesar de todo ello, contiene  una serie de ideas y conceptos que, si alguien fuera capaz de implantarlos decentemente en un videojuego actual, lo convertirían en un título imprescindible. En pocas palabras: tiene todo o casi todo lo deseable en un título de motos, pero su ejecución es deficiente.
Circuitos reales, carreteras de montaña, circuitos de tierra, urbanos, rurales, autovías, bosques, desiertos... Podremos competir en todos esos escenarios contra rivales competentes, a lomos de hasta 330 motos de calle y de competición de 19 fabricantes diferentes. Y sin embargo, todo eso no basta; veamos por qué.

El año 2001 se publicó Gran Turismo 3 A-Spec, el primero de la saga de Polyphony Digital en PS2, que significó un nuevo salto cualitativo no solo en el ámbito de los juegos de carreras, sino también en cuanto a gráficos y complejidad técnica en general, estableciendo un nuevo listón al que los demás tardaron años en acercarse. No era necesario ser un genio para suponer que los aficionados a las motos estarían ansiosos por jugar una versión de Gran Turismo para motocicletas, y los desarrolladores de Spike lo intentaron con el primer Riding Spirits, que apareció el año 2002. No hemos probado ese título, pero si nos fiamos de las críticas de la época, estuvieron muy lejos de conseguirlo; GT3 había establecido un nuevo estándar, y todo aquél que intentara emular ese título sería inmisericordemente defenestrado si no lograba acercarse al objetivo.
¿Se precipitaron en sacar el título? ¿Pretendían vender a rebufo de la fama de Gran Turismo? ¿Era su intención engañar al aficionado a las motos y videojuegos, o simplemente no supieron hacerlo mejor?
En 2004, como hemos dicho, apareció este Riding Spirits II. Con un juego ya en la calle como base, tras dos años de desarrollo (suponiendo que se pusieran a ello de inmediato), y conociendo la opinión de crítica y público así como el resultado de ventas, cualquier cosa que no fuera la excelencia hubiera sido un fracaso. Como hemos dicho, el juego es excelente en su concepto, pero fracasa porque aspectos esenciales del mismo no solo son malos, sino que son mucho peores que en títulos casi contemporáneos al mismo, como Moto GP 4, que salió un año después. Porque uno puede ser muy malo, y aún así ser el mejor; y si RS2 consiguió ser el mejor, debió ser por poco tiempo. Me remito a los comentarios de un foro de la época, para valorar su impacto entre los aficionados, aquí.
El menú inicial de RS2 nos ofrece varias modalidades de juego, de las que destacamos:
Batalla 100: empezamos en la posición 100 de un ranking, y debemos superar una serie consecutiva de desafíos para acceder a los siguientes retos. Se trata de retos tales como carreras normales, retos de tiempo, alcanzar o no ser alcanzados por el rival... Más divertido de lo que puede parecer, pero muy frustrante si nos encallamos en una prueba.




Modo Riding Spirits: el núcleo del juego, donde encontraremos un menú en árbol donde acceder a diferentes pruebas, con diferentes restricciones a los vehículos a utilizar, y donde también encontraremos el concesionario para adquirir vehículos y equipaciones, y la tienda de repuestos para mejorar nuestras motos.



A quienes hayan jugado a cualquier juego de la serie Gran Turismo todo lo anterior les sonará bastante; pero no acaban aquí las semejanzas, puesto que una vez empecemos a correr también los circuitos y escenarios nos resultarán sospechosamente familiares. Y ya que hablamos de los escenarios, hay que decir que lo cierto es que no están nada mal.  Son ricos, generalmente muy bien ambientados y, como ya hemos dicho, bastante variados. Es cierto que veremos dientes de sierra por todos lados, y que en ocasiones se aprecia un molesto efecto moiré que dificulta un poco la visión del escenario, pero estos defectos no perjudican demasiado la jugabilidad.




Y una característica que no todo el mundo podrá apreciar, es que en el diseño de circuitos se ha tenido muy en cuenta el punto de vista de los aficionados al motociclismo. Quienes montan en moto saben del placer de recorrer una enrevesada carretera de montaña, o de tumbarse al trazar una curva abierta a buena velocidad o, ya puestos, de deslizar la rueda trasera en un camino de tierra; y es que en RS2 también se incluyen pruebas motard. Incluso los escenarios en la campiña inglesa, cruzando pequeños pueblos, aluden claramente a las competiciones motociclistas en las islas británicas, de las que ya hablamos en nuestro post dedicado al juego TT Superbikes. No cabe duda que los creadores de RS2 han sido muy sensibles a todo eso y, con mayor o menor acierto, lo han incluido en el juego.
La sensación de velocidad está bastante bien conseguida, y los rivales lo hacen razonablemente bien, por lo que podremos participar en pruebas con cierta emoción. La distancia de modelado es más que suficiente, y no se detecta ese molesto popping de otros títulos, por lo que podemos preparar con antelación la toma de curvas.

Pero todos esos aciertos se desmoronan cuando finalmente jugamos nuestra primera partida, y nos encontramos con que la forma de moverse de la moto no es más que una emulación, que ni en el mejor de los casos puede calificarse como una simulación aceptable. Los caballitos y los derrapes son simples animaciones, siempre la misma en cada caso, y lo mismo debe de suceder con las inclinaciones. Y ello resulta en que la conducción no es nada intuitiva, no valen las referencias de la realidad, y tendremos que aprender cómo se comportan las motos en el juego.




Y sin duda el mayor defecto es el apartado de sonido; no solemos comentar este aspecto en nuestros análisis, pero es que en este caso clama al cielo. No solo es malo, sino que incluso el sonido de los motores a toda marcha puede llegar a ser incluso molesto.  Y si por debajo de ese zumbido persistente conseguimos apreciar alguna melodía, tal vez prefiramos bajar el volumen del televisor.
En conclusión, puede ser interesante probar este título si lo encontramos en el mercado de segunda mano, siempre y cuando esté a un precio económico, y asumiendo que es un título que ha envejecido mal. Si se aceptan esas premisas, y por contradictorio que parezca, podemos llegar a dedicarle bastante tiempo, e incluso conseguir muchas horas de diversión.


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